Sucede que cada vez que al ordenador de algún conocido se le rompe alguna tripa me suena el teléfono, sea el de casa en plena siesta (que es cuando estoy en casa), sea el móvil.

Por poner un ejemplo: imaginaros que jamás habéis montado un mueble, que sois nulos para los temas relacionados con el bricolage, y que lo más cerca que habéis estado de una llave allen ha sido en el carrefour un día que os equivocasteis de pasillo buscando los vasos de plástico para una barbacoa. En ese caso, sería ilógico ir a Ikea a comprar los muebles, por que luego los vas a tener que montar, y no vas a ser capaz. No creo que a mucha gente se le ocurra la genial idea de comprar los muebles en Ikea si sabes que ni de coña vas a ser capaz de montar una miserable mesa sin acabar en el hospital. Y mucho menos creo que alguien, con estas limitaciones, se le ocurra comprar de igual forma algún mueble pensando que algún conocido va a ir a casa a montarnos el nuevo dormitorio. Claro como a fulanito le gusta el bricolaje, pues que venga a montármelo.

Por poner otro ejemplo: nos compramos un coche. El vendedor nos advierte de que hay que mirar el aceite, la presión de las ruedas y 4 cosas más. No hace falta que seas mecánico, pero si has de mirar eso cada cierto tiempo, o cierta cantidad de kilómetros. A nadie se le ocurre no hacerlo, ya que el coche empieza a mostrar luces rojas en el salpicadero, advirtiendo de que o pasa por un taller o se va todo a la mierda. Bueno estaba pensado que si que hay gente a la que si le pasa, como mi amigo alcalde que quemó el motor del mercedes heredado, pero es que "tiene que haber gente pa to"

Luego si compramos un montón de tablas en Ikea y no somos capaces de darle utilidad alguna, tendremos que pagar a algún profesional para que nos monte todo esto. De igual forma sucede si tras tropecientos kilómetros ni cambiamos el aceite, ni inflamos las ruedas, un día se irá todo a tomar por culo, y encima nos quejaremos, nos costará pasta, que soltaremos religiosamente sin rechistar, y sabes que la culpa es tuya.

Pero con los ordenadores, al parecer, se juega con otras reglas. En el caso de los ordenadores, no se piensa mover un dedo, no se piensa soltar un duro.

La diferencia entre Ikea y el coche frente al ordenador, es que en éste último siempre encontramos algún conocido/amigo/hijo de menganito/pringado que "sabe" de ordenadores y podemos molestar haciendo que nos lo arregle, sin soltar un duro.