El año pasado fui malo, malísimo, un verdadero hijo de la gran p... Recordaréis que hace más de un mes os conté que me lancé a comprarme un capricho como regalo de reyes, un monitor nuevo para el ordenador. Pues aun lo estoy esperando, pagado y todo que lo tenía.

Y el caso es que para que os hagáis una idea de como funcionan las compras por Internet en España, este gran país, voy a tratar de poneros un ejemplo.

Imaginad que vais a una zapatería, y tras mirar varios modelos de zapatos os decidís por uno. Le decís al dependiente muy servicial que queréis comprarlo en la talla 47 (es un número complicado de encontrar, si no que se lo digan al sufrido de mi hermano cada vez que le pido eso de regalo).

Tras pedir el zapato, el vendedor dice que pague por adelantado, a lo que accedo tras ver que no hay otra vía de compra. Tracatrá, pasa la tarjeta y te carga al instante el importe. Ves que el precio incluye el iva y la manipulación en la entrega. Todo correcto. El dependiente tiene mucho jaleo en la tienda, es la fecha de compras de navidad, y dice que tardará un poco en sacarnos del almacén nuestro zapato, que ademas al ser un 47 están en la parte de arriba del todo, ya que se venden poco.

El dependiente desaparece en el almacén y tu esperas en el mostrador, mientras guardas la tarjeta de crédito que acaba de ser violada. Tras 5 minutos de espera empiezas a pensar que has pedido un modelo raro, o que tienes el mismo pié que un Bigfood, y claro, te imaginas al dependiente haciendo malabarismos sobre una escalera buscando lo que le has pedido. Tras 10 minutos piensas en la posibilidad de que el dependiente se haya desnucado de la escalera y tengas que llamar a Grison a que investigue la muerte. Tras 15 minutos empiezas a buscar con la mirada al dependiente y preguntas a otro que pasa por allí. La respuesta del otro dependiente te deja con la cara de gilipoyas que todos ponemos a veces sin reaccionar: ha salido a desayunar.

Ahí estas tú, en el mostrador como un pardillo, con la compra pagada, y esperando sin límite de tiempo. Claro no te puedes ir por que has soltado la pasta y no tienes nada en las manos. Te pasas otros 15 minutos esperando a que el dependiente vuelva de desayunar.

Llevas media hora en la tienda esperando a que te den tus zapatos, esos que ya has pagado. Piensas en la de compras de reyes que te quedan por hacer, que pierdes la mañana, que has quedado con la Trini y que se va a liar, que si ya has pagado como te tratan así, etc. Te cabreas, es normal, es más, no te han dejado otra salida. Estas cabreado como un mono. No pierdes los modales. Preguntas al dependiente que como es que sale a desayunar dejándote a medias (comprus interruptus), y le responde algo parecido a lo que le debe de decir a su mujer: que es lo que hay, que el sale a desayunar a las 11 y que arda la tienda.

Genial, piensas tu, no te vuelvo a comprar en mi puta vida, a ver si te arruinas, cierras, y tienes toda la mañana para desayunar, gilipollas. El caso es que llegas 20 minutos tarde a una cita que tienes con la Trini, y ya estás quedando como el culo. La Trini llama, mientes, dices que ya estás llegando, y pides disculpas.

El dependiente vuelve al almacén, esperas 5 minutos más. Empiezas a tener tics nerviosos y la posibilidad de prenderle fuego a la tienda se te pasa insistentemente por la cabeza. Asaltas al dependiente que sale del almacén con intenciones de atender a otros clientes y le preguntas donde están tus jodidos zapatos (where's my fuckin shoes man!). El dependiente con toda la tranquilidad del mundo te mira a la cara y te dice que no los tiene. Que tendré que esperar otros 20 minutos a ver si con suerte el repartidor les trae más zapatos, aunque tampoco sabe a que hora desayuna el repartidor y si llegara en 20, 30 o 40 minutos.

Odio, muerte y destrucción se pasan por tu cabeza. Dolor, mucho dolor. La Trini llama cada 5 minutos para mentarme a la madre que me parió, y que o me presento ya donde hemos quedado o voy a estar a dos velas un par de semanas. Tensión. Le dices al dependiente que ya no quieres los zapatos, que hay muchas zapaterías en el mundo y que te vas a otros lado.

El dependiente dice que no hay problema, pero que tendré que esperar unos 5 minutos más a para que pueda hacerme la devolución. Piensas que quizás la cárcel no está tan mal, se hacen amigos, y que todo es cuestión de tener cuidado de que no se te caiga el jabón en la ducha.

Piensas en un mito urbano. Las reclamaciones por compras, todos hablan de ellas, según te cuentan en los telediarios existen. Venga, from lost to the river, vamos a hacer una. Chispas, mi primera reclamación. Te pones chulo y con cierto tonillo de ahora me toca dar por culo a mi, le dices al dependiente que te de las hojas de reclamaciones, y este sin despeinarse te da un folio en blanco y un big cristal sonriendo. Tu piensas en que quizás no te has quitado el pijama esta mañana antes de salir de casa, y que claro, te está tomando como un gilipollas. Calculas a bote pronto cuando años de cárcel podrían caerte si le machacas la puta cabeza con la caja registradora. Piensas que quizás podrías decir que tenías enajenación mental transitoria como en las películas de Perry Mason.

Pasas de las hojas de reclamaciones como favor al Amazonas, para que gastar una hoja de papel que va a acabar en la basura. Tras 45 minutos sales de la tienda pensando en si todo ha sido una broma y llegas tarde a la cita con la Trini, la cual dice despreciarme y que me despida de la cama y me acostumbre al sofá.



Uffff se ha hecho larguísimo. Mañana os cuento la segunda parte, que me duelen los dedos. :)