Leo en esta noticia que castigan a una niña por abrazar a sus compañeros de clase, y un día después leo esta otra de una matanza en un colegio de Finlandia. Lo primero que piensa uno es: coño, pero si eran los yankis los únicos que estaban así de locos con decenas de armas por casa... pues no, la moda se importa a Europa.

Luego pensé en que las relaciones de los más jóvenes (como voy para lo 30 permitirme que use el rol de abuelo cebolleta) ya no son lo que eran. Yo recuerdo que en mi infancia me pegaba de pequeño, me hacia heridas cada semana, y no sólo me abrazaba, sino que nos enseñábamos los pitos los culos y cualquier otra parte del cuerpo que hubiera cambiado, que evidentemente eran muchas a esa edad.

No entiendo que clase de personas quieren formar si en un colegio prohíben las demostraciones públicas de afecto... así sin más, y se quedan tan a gusto, y luego nos echaremos las manos a la cabeza de que crezcan y las pequeñas cosas que se consienten pasen a mayores, como un adolescente de 16 años que contrató a un sicario para que asesinara a sus padres por que le habían confiscado la PlayStation y prohibido ver la tele. Si le desea eso a los padres que dejará el angelito para los extraños que se interpongan en su camino.

Y es que los abrazos se están poniendo de moda en mi casa, volviéndose más habituales, ya que por cuestiones menopaúsicas mi madre necesita dosis triples de afecto.

Además tengo dos amigos que son grandes abrazadores, Manuel y Abraham cuando pasan cierta tasa de copas en el cuerpo tienen la buena costumbre de abrazarse a alguien entre lágrimas de la risa.



En fin, abrazos, humanos, espontáneos y sentidos... es una fantástica costumbre que no significa que te cambies de acera ni seas más o menos machote. Estoy seguro que el finlandés autor de la matanza recibió pocos. Probarlos como hizo este tipo de Sidney, que para los pocos que no lo conozcan, saber que creó una auténtico fenómeno social en Internet allá por junio de 2004 cuando colgó en Internet este vídeo: